Tormenta tropical, carreteras sin asfaltar, mujeres trabajando, niños jugando y sonrisas, muchas sonrisas fue lo que nos encontramos al llegar a África. Tras dos días de viaje y con muchas ganas acumuladas, empezamos nuestra misión. Primero realizamos talleres de formación a los monitores, la mayoría jóvenes alumnos del Champagnat. El lunes, comenzó la colonia; empezaron a llegar niños de entre 6 y 14 años y si nosotros teníamos ganas, ellos tenían aún más! Abrazos, cariño y muchas más sonrisas vinieron con ellos. Todas las mañanas empezábamos con bailes y una animación todos juntos: niños, monitores, voluntarios… y tras la oración empezaban las actividades. Talleres de danza, deporte, manualidades, cine y periódico a los que los niños, divididos por grupos, acudían de manera rotativa. Al finalizar la mañana, entonando sus cánticos y gritos de guerra, se dirigían por grupos a la cantina, donde no existía un «no me gusta» o un «no quiero más»; además el día de suerte tocaba el delicioso attieké, un plato típico del que se sienten —y con razón— muy orgullosos. Las tardes las destinamos a los monitores, impartiendo para ellos cursos de informática y primeros auxilios, en los que nos demostraron una vez más todo el interés que tienen por mejorar. A su vez, trabajamos en el mantenimiento de las aulas del cole, limpiando, lijando y pintando mesas. La colonia acabó con una gran gymkhana, alguna que otra lagrimilla y mucho mucho cariño. A su vez, dos de nuestros compañeros estuvieron en el centro sanitario de