Mi primera experiencia y para no olvidar.
Hoy día 7 de julio ha sido mi primera vez en Samac. Ya desde un principio, estaba avisado por mi compañera Silvia, con años de experiencia en voluntariado en este lugar, de que el entorno me iba a enamorar por completo. No le faltaba razón, aquí me he encontrado un paisaje montañoso digno del mejor de los documentales.
Una vez llegué al colegio, me di cuenta de lo que Silvia no me quiso decir, y es que el paisaje era solo la punta del iceberg de lo que me iba a encontrar y a emocionar. Guatemala es un país con una historia Maya muy arraigada en las culturas más indígenas, tradiciones hermosas y una cultura admirable.
La realidad del lugar me hizo entender que es realmente necesario que los niños y niñas de estas comunidades sean escolarizados. La escolarización es necesaria para poder combatir y concienciar sobre ciertas «tradiciones» cómo que las mujeres cumplan su «papel» de ser madres adolescentes y los hombres inicien la labor de llevar dinero a casa tengan la edad que tengan.
Me sorprendió la fuerza, la alegría y el amor con el que se enfrentan a su día a día, nada fácil para ninguno de ellos. No es fácil enfrentarse día a día a las dificultades que estas familias se encuentran. Al colegio acuden niños y niñas de diferentes comunidades indígenas, con diferentes idiomas y cada cual más alejada de la otra. Gran parte de los alumnos, deben andar durante 45 minutos por la montaña, para llegar a un lugar donde una «pick up» del colegio les recoge, para hacer un viaje de otros 30 minutos hasta el colegio.
La razón del Colegio de Futuro Vivo de Samac es ser el epicentro de todas estas comunidades para darles la oportunidad a estos niños y niñas de tener un futuro mejor. Este colegio es la única oportunidad de los niños y niñas para aprender, reír, socializar con sus iguales y para salir de un futuro nada halagüeño para ellos.
Pero todavía queda mucho trabajo por hacer. Todavía son muchas las familias que no quieren escolarizar a sus hijos e hijas y que se resisten al cambio, un cambio que tal vez quieran hacer pero al que les da miedo enfrentarse.
Por último, quiero destacar el trabajo que realizan las hermanas para que todas estas comunidades alberguen la esperanza de poder salir adelante sin perder su esencia y su alma como historia viva de Guatemala.
Ibon | Voluntario SED Guatemala