Grandes corazones en Koni, Costa de Marfil

Este año ha sido la segunda vez que he tenido la experiencia de CTM en Costa de Marfil.  Cuando volví de allí, la primera semana, no podía dormir bien y eso que volvía a mi cama y a mi casa, pero no podía dejar libre la mente de todo lo vivido allí, toda la noche tenía la cabeza llena de pensamientos de aquellas tierras, de aquellas gentes, de todo lo vivido.

Este año la experiencia ha sido diferente a la del año pasado, pero igual o más de enriquecedora para el alma y para el cuerpo.

IMG_0384Llegué con mi grupo, de gente extraordinaria, con mis hermanos Pencho y Fede, con Lulu, Carmen, Paula y Carlos. Nos recibieron, como siempre los hermanos de la comunidad de Korhogó, que lo dan todo para que nos sintamos como en nuestra casa, el hermano Poku viaja hasta Abidjan para recogernos y trasladarnos hasta nuestro barrio de allí “le Petit Paris”.

Allí en el colegio se realiza la colonia con los niños del barrio, que también nos reciben a los voluntarios con todo cariño, los monitores que ayudan a realizar la colonia y todas las personas que participan en su buen desarrollo, profes, cocineras… Mis compañeros se quedaron en la colonia, pero yo este año llevaba otra misión.

He estado en el dispensario de las Hermanas de la Anunciación, en Koni. Allí he llevado a cabo mi trabajo como enfermera voluntaria, he estado pasando consulta, la mayor parte del tiempo ha sido con niños. Hay un niño que me ha tocado el corazón, se llama Seydou, tiene 4 años, está desnutrido, es la segunda vez que se queda en el centro de nutrición para intentar recuperarlo, su madre está enferma en su poblado y lo que me ha marcado es que después de 30 años de enfermera y muchas cosas vividas, es la primera vez que veo en la cara y en los ojos de un niño el no tener ganas de vivir, la tristeza de no encontrarse bien y no tener fuerzas para seguir luchando, nunca se me olvidará.

He venido llena del Amor de Dios que me ha dado esta comunidad de hermanas, Sor Rosalba, Sor Consuelo y Sor Jossianne, con las que he vivido plenamente en comunidad, he comido, he trabajado y he rezado todos los días con ellas. Me han dado todo su cariño y hemos compartido alegrías y penas, ya que en enero perdieron en un accidente a sus dos hermanas que llevaban allí más de 30 años.

El mismo amor y cariño hemos compartido todo el grupo con los hermanos maristas de la comunidad de Korhogó, con los que también he convivido unos días y los días que he estado con todo el grupo han sido especiales, pues allí todo se hace más sentido y más intenso.

No quiero olvidar a todos los amigos marfileños, que los conocí el año pasado y he vuelto a reencontrar este año, siempre con el corazón abierto a recibirnos. Y un placer compartir este rato de la vida con los hermanos maristas Pencho, Fede y José Luis Elías, gran ejemplo para nosotros. Comunidad de hermanos de Korhogó, comunidad de Hermanitas de la Anunciación, gracias por todo lo que recibimos de vosotros y por tener siempre las puertas abiertas.

Dori Muñoz, voluntaria de SED en Costa de Marfil

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