Horizontes al futuro, un regalo
Han pasado casi dos meses desde que volví de Comayagua, con una sonrisa en la cara y muchas lágrimas en los ojos. Horizontes al futuro es un regalo, y los niños que allí viven, todo un tesoro. Treinta y dos niños, cada uno con su historia y su mochila. Están divididos en tres hogares: mayores, medianos y pequeños. Cada casa cuenta con sus camas, armarios, aseos y duchas, y una habitación para el educador. Los educadores siempre están las 24 horas del día pendientes de que no les falte de nada. Las jornadas en el centro son de lo más entretenidas. Madrugar, desayunar fuerte y llevar a los pequeños y medianos a la escuela. Todos en grupo y calle abajo contentos. Llegar a la escuela, y que todos y cada uno de los niños de la escuela se acerquen a darte un abrazo y saludarte. Pura ilusión. De vuelta al centro, algunos mayores reciben apoyo escolar en la sala de computación. Mientras que otros, se instruyen en labores como mecánica o costura. A la hora de la comida, los chicos te relatan mil y una historias de lo más variopintas y divertidas, sobre sus aventuras antes de ingresar al centro o simplemente de lo que han vivido durante la mañana en la escuela. La dieta en Honduras tiene como plato estrella: el arroz y los frijoles. Y a partir de ahí se crean coloridos platos combinados con brócoli, remolacha, tortillas, patatas, aguacate, coliflor etc. Las baleadas y las tajadas son típicas