El pasado verano tuvimos la oportunidad de participar en un CTM en Chibuluma, Zambia. Aún con las emociones y sentimientos por ordenar podemos describir esta experiencia como única. Es difícil explicar con palabras muchos momentos vividos que han pasado a formar parte de nuestra vida para siempre.
Diariamente el grupo de voluntarios y voluntarias caminábamos a Twayuka Primary School donde impartíamos clases diversas como ciencias, matemáticas, música, …, y deportes. El alumnado es muy agradecido y nosotros con ellos disfrutamos muchísimo; tienen una sonrisa que enamora y una ilusión por aprender inigualable.
Por la tarde, eran los profesores de esta escuelita, quienes venían a St Marcellin Skills Centre a iniciarse con nosotros en un taller de informática. Para la mayoría, era la primera vez que se sentaban frente a un ordenador. Somos testigos de esa emoción que sentían al verse progresar lentamente en su uso, y el sueño de poder tener un día el suyo propio que les ayude en su trabajo educativo. Durante esos días pudimos conocerles mejor, acercarnos a sus costumbres y cultura e intercambiar impresiones sobre sus clases, sus alumnos y alumnas y sus preocupaciones.
Tanto la comunidad de los Hermanos como la comunidad de los alrededores nos acogieron de forma maravillosa y nos sentimos como se suele decir «como en casa».
Esta experiencia del CTM ha sido también una oportunidad para aprender, crecer y superarnos personalmente y en grupo. Experimentamos que no siempre que se abre un grifo sale agua, o que al dar la llave se enciende la luz o… que al conectar el móvil tienes acceso a internet. El reloj parece estar anclado en el momento presente y esto nos ayudaba a vivirle con mucha más intensidad.
Zambia, un país diferente donde la generosidad, alegría y cercanía de su gente nos conquistó. Ahora es tiempo de compartir esta experiencia aquí, recordarla y aprender de ella.
Lucía Pevia, voluntaria de SED en Zambia
Felipe Moreno, hermano marista y voluntario de SED en Zambia