Los colores son la alegría de la luz… y creíamos que los habíamos perdido. En la pandemia perdimos mucho, sabor, olor… muchas vidas y hasta el color. Se pago con la alegría de la luz. Todo lo veíamos en el triste monocromático de un pesimismo vital. Y… ¿ahí se acabó?
Acabo de llegar a Costa de Marfil. Entre nuestro programa de voluntariado en este campo de trabajo-misión (CTM), está la colonia-campamento urbano de la ciudad de Bouaké. El comentario de los voluntarios, antes de empezar la jornada, era algo así como «se han perdido los colores, los materiales para colorear en el taller de esta mañana, no los tenemos. Después de estos dos años, vete a saber dónde se han quedado».
Pero finalmente no, allí estaban los colores a cientos. Alguna mano celosa los guardo para tiempos mejores y ahora están ahí, sobre la mesa. El grupo 4 me pide más colores, están preparando un bonito cartel. Me dirijo al montón de colores de la mesa y cuando levanto los ojos, destellos multicromáticos me impactan, descubriendo así que el hechizo se rompió.