Un día en Chichicastenango

Nuestros días comienzan tempranito, a eso de las 6am, para poder desayunar con las Hermanas y de ahí dedicamos un tiempo a organizar el día antes de ir al colegio a las 8am.

El colegio “La Anunciata” está justo en frente del internado y nuestra labor es apoyar en la clase de 1º primaria (en el caso de Marta) y en 2º primaria (Alejandra). Marta ayuda a la Seño Romelia, hace apoyo de lectoescritura con algunos alumnos y también juegos y dinámicas cuando se da la ocasión; y Alejandra, aunque trabaja con toda la clase, parte de la mañana la dedica a trabajar la lectoescritura con un niño que presenta dificultades.

¡Es increíble recibir tanto cariño en tan poco tiempo! Las pequeñas voces diciendo “Seño Alejandra” y “Seño Marta”, se quedarán grabadas en nuestra memoria.

Nuestras tardes las dedicamos a las niñas internas, 38 chicas de edades comprendidas entre 12-18 años, y una más pequeña de 8. Ellas son nuestra debilidad y ojalá tuviésemos más tiempo para poder compartir juntas.

De 14.30 a 17:00h hacemos apoyo escolar en todas las materias, especialmente en lengua, inglés y matemáticas. Y de 17.00 a 18:00h que es su hora libre de descanso, algún día les hacemos juegos de mesa, deportes, dinámicas, películas… Verlas tan felices y agradecidas con cada actividad que hacemos es algo que te llena el alma.

Para acabar el día, compartimos el momento de la cena con las hermanas y hablamos de cómo nos ha ido la jornada. Si nos da tiempo, algún día vamos a la oración de las niñas, que son una maravilla. Oírles dar gracias a Dios y cantar son dos momentos muy especiales para compartir con ellas.


Nuestras noches las pasamos hablando de cómo estamos y preparando actividades para el día siguiente. De ahí, nos vamos a dormir después de la intensa jornada. Parece pronto, pero solemos acabar agotadas.

Los fines de semana preparamos algún taller o alguna actividad para que disfruten de sus días libres, y ya que contamos con más tiempo hemos hecho taller de camisetas, torneo en el colegio, etc. Ellas son felices cada vez que proponemos algo y nosotras más de poder compartir esos ratos.

Guatemala nos está regalando su paisaje y sus colores, pero sobre todo, nos ha regalado la oportunidad de poder compartir esta experiencia junto con las Hermanas, las niñas del internado y los alumnos y profesores de «La Anunciata». Todo un regalo de vida del que no nos podemos sentir más afortunadas y agradecidas.

Alejandra Sádaba y Marta García | Voluntarias SED en Guatemala

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