Hay una canción de un grupo español llamado ‘Siempre Así’ que dice: “Bienvenido a tu casa, aquí se habla en amor, el idioma del alma, el que mueve montañas, el idioma de Dios”. Después de tres años teniendo la suerte de poder visitar Bolivia y vivir una experiencia de voluntariado internacional en Roboré y en las comunidades de Limoncito, San Pedro y Los Sotos, lo primero que me sale es dar gracias a Dios por darme el regalo de vivir una experiencia como ésta, por dejarme vivir y compartir vida con tantas y tantas personas que desde la sencillez y la humildad te abren las puertas de su casa y de su vida y te hacen sentir querido, amado y, sobre todo, feliz.
Desde el año 2012, soy salesiano cooperador, laico consagrado y con vocación para dedicar su vida, dentro de las posibilidades, a las personas más necesitadas. Y aunque aquí en Badajoz soy feliz con mi trabajo, soy maestro de niños de primaria, es en Bolivia y junto a las familias de las comunidades donde verdaderamente he encontrado mi felicidad, y lo mejor de todo, donde he descubierto al verdadero Dios.
En España, en Badajoz, la ciudad donde vivo, llevamos siempre un ritmo en el que no nos paramos a pensar en cada momento del día a día, en cada persona con la que nos encontramos, en darle gracias a Dios por la gente que nos encontramos en nuestro camino y sin embargo, allí, entre las personas de las comunidades todo cambia. El sentirte en casa desde el primer momento, el que te den todo lo que tienen y más, simplemente por ir allí en representación de una institución como son los Maristas, tener ciertas conversaciones con familias que te abren los ojos y te hace darte cuenta de tu verdadera realidad… tantos y tantos momentos y vivencias que quedan para siempre en tu corazón.
Animar desde aquí a todos y cada uno de los que queráis vivir esta experiencia, para mí, ya os digo, es un auténtico regalo que Dios me hizo hace tres años y que, seguiré llevando a cabo en mi vida siempre que las posibilidades me lo permitan. Ser testigo de Dios y de la buena noticia para los demás es algo de lo que nos tenemos que sentir orgullosos. Ser elegido por Dios para dar y compartir vida con aquellas personas que, de una u otra forma, lo necesitan. Ser uno más junto a unos papás, unas mamás y unos niños que poco a poco se convierten en parte de ti, se transforman en tus abuelos, tus tíos, tus primos y con los que se crea una relación de cariño sincero. Algunas veces pensarás que no tiene mucha importancia lo que puedas hacer por los demás, que una experiencia de una semana, un mes o incluso más, no sirve de nada, pero ten por seguro que cada gesto de cariño, cada conversación, cada juego o cada broma que tengas con cualquiera de ellos supondrá que ese día le hayas cambiado un poco la vida.
No olvides esta idea y cada cosa y cada acción que hagas por cualquier persona que se cruce contigo saldrá beneficiada y tú serás feliz haciendo feliz a los demás.
Luis Alberto, voluntario en Roboré, Bolivia.