Afrontamos un segundo año en Costa con un sentimiento diferente, aunque intenso. El primer año llegamos mirando África con los ojos bien abiertos para empaparnos de todo, de unos paisajes, cultura y gentes desconocidos para nosotros…
Este año la mirada era diferente, estaba ávida de descubrir cosas nuevas pero sobre todo de volver a ver todo lo que ya es una parte importante en nuestras vidas; nuestra familia africana.
El trabajo en la colonia del colegio Champagnat, en Korhogó, ha superado nuestras expectativas. Este año el hilo conductor de la colonia han sido los Objetivos de Desarrollo Sostenible, en cuya creación colaboró SED; ya que pensábamos que es muy importante hacer llegar a los niños el mensaje de que juntos podemos lograr un mundo mejor para nosotros y para las futuras generaciones.
Cada día, tal y como hacíamos el año pasado, comenzábamos con una motivación en la que los más de doscientos niños y los monitores bailábamos y cantábamos, nos saludábamos con abrazos y miles de choques de manos; y tras la oración, presentábamos mediante un teatrillo el objetivo que íbamos a tratar, seguido de un debate en el que los niños lo interpretaban y deducían el tema del día.
A continuación, todos los grupos pasaban por los diferentes talleres: danza, deportes, manualidades, periodismo y dibujo, en los que además de divertirse, se recordaba el objetivo y se intentaba aplicar a su vida cotidiana.
Así, los niños de Korhogó han trabajado los objetivos de Salud y bienestar, Agua limpia, Igualdad de sexos, Reducción de las desigualdades, Educación de calidad, o Vida de ecosistemas terrestres y acuáticos… Después de los talleres, llegaba el momento más esperado del día: “Todo el mundo a la cantina…” y después sesión de cine y a casa.
Para nosotros la jornada no acababa aquí… Tras la colonia hemos dado clase de formación para los monitores, jóvenes de entre 17 y 26 años. En esas clases de español e informática hemos sido testigo de las ganas que tienen esos chicos por aprender y prosperar. Ellos saben que la educación es el motor del cambio y tienen en su mano el poder de hacer algo bueno por su país… Pero es de destacar algo que nos llegó profundamente al corazón: la fuerza y las ganas de salir adelante de la mujer africana. Nuestras jóvenes monitoras quieren ser enfermeras, ingenieras, farmacéuticas; mujeres poderosas… En ellas vimos una fuerza que estamos convencidos de que va a traer un futuro muy bueno para su sociedad. ¡Bravo por ellas!
Finalizada la colonia, nos unimos a nuestros compañeros Dori y Paco en el campo sanitario que realizan en el dispensario de las Hermanitas de la Anunciación, en Koni, una aldea a unos poquitos kilómetros de Korhogó. Allí nos sumergimos en una realidad diferente; como diría la Hermana Nicole, “la realidad de los olvidados”…
Por las mañanas ayudábamos en el dispensario en lo que podíamos; hemos pintado paredes; ordenado la farmacia, poniéndola a punto para el nuevo proyecto de equipamiento de medicinas otorgado por SED; hemos visitado a los enfermos ingresados o dado una mano a aquellos que venían a curarse… Por la tarde-noche, tras un breve descanso, llegaba el momento de la colonia con los niños y niñas de Koni. Y de nuevo, una experiencia diferente que nos ha llegado al alma… Y es que estos pequeños grandes campeones, venían a aprender un poquito de español, a jugar y a reír con nosotros tras una larga jornada de trabajo en el campo. La mayoría no sabían francés, solo senoufo (el dialecto de su etnia); pero nos hemos comunicado con el lenguaje de las miradas, de las sonrisas, de los gestos y los apretones de manos.. Y sabemos que en esta nueva actividad que hemos realizado en la aldea de Koni, está el comienzo de un bonito proyecto…
La despedida ha sido dura, más que la del año pasado; pero ese sentimiento agridulce se debe a que hemos vivido muchos buenos momentos, situaciones y personas que nos han llenado el alma hasta desbordarla de hospitalidad, alegría, generosidad, coraje…
Este año, además, hemos tenido la oportunidad de vivir más desde dentro su realidad… Hemos sido acogidos en casa de familiares de uno de nuestros hermanos de la comunidad de Korhogó; allí nos han abierto sus puertas y sus corazones, compartiendo con nosotros no sólo una comida (espectacular, por cierto); si no, compartiendo vida.
Así es como nos despedimos, hasta el año que viene, si Dios quiere, de nuestra querida África; que nos ha acogido y nos ha abrazado fuertemente, enamorándonos una vez más.
Gloria Pividal, voluntaria de SED en Costa de Marfil