Llegamos el domingo 24 de junio a un nuevo país para los cuatro. Tras una jornada de adaptación y organización del material, comenzamos nuestro trabajo en el colegio Our Good Mother – Maristas Edelvives, en Ashalaja, a las afueras de Accra, la capital de Ghana.
Dividimos nuestro tiempo en una primera semana de actividades deportivas y recreativas, y una segunda de manualidades y creatividad; compartiendo dos clases con cada grupo.
Nuestro primer contacto con la educación ghanesa fue a través del deporte con las clases de Primaria. Tanto el alumnado como el grupo de voluntariado disfrutamos haciendo estiramientos, carreras de animales, jugando y cantando a coro.
Terminamos la semana, también con deportes, en la escuela de Infantil. Los más pequeños nos esperaban con mucha ilusión después de que sus amigos y amigas les contaran lo que habían hecho con los obroni (personas blancas).
El sábado 30 fue un día muy especial para nosotros, ya que pudimos compartir con el profesorado del centro un taller formativo. Fue un momento distendido, con diferentes dinámicas de grupo, donde les mostramos las distintas posibilidades de los materiales donados. Los Derechos de la Infancia estuvieron muy presentes en toda la formación, sobre todo la importancia de la Educación como motor de desarrollo. Acabamos con un taller de pintar camisetas y un piscolabis de productos españoles.
La segunda semana la dedicamos a manualidades y creatividad. Con las diez clases de Primero a Quinto de Primaria hicimos una actividad común consistente en crear unas tarjetas identificativas con su nombre; la actividad les gustó tanto que muchos días las llevaban colgadas. Además realizamos otras actividades como tarjetas pop-up y aviones de juguete.
Con el alumnado de la escuela Infantil dibujamos con los dedos, les pintamos las caras y decoramos gorros de fiesta. ¡Se lo pasaron genial!
Durante los días no lectivos y el poco tiempo libre que tuvimos, los hermanos nos enseñaron parte del país, su historia, cultura, gastronomía, sus mercados, paisajes, etc. En definitiva, el voluntariado es compartir y eso es lo que hemos hecho.
Se notaba que no queríamos terminar nuestra experiencia porque el último día, sábado, antes de coger el avión, realizamos un circuito con neumáticos y renovamos los columpios que había en el parque de la escuela de Infantil.
Una semana después de volver, las cuatro personas juntas redactando este post, nos damos cuenta de lo afortunadas que somos por haber podido vivir esta experiencia. Gracias a todas las personas que lo han hecho posible. Gracias a la comunidad Marista de Ghana por su hospitalidad. Gracias al profesorado de Our Good Mother por su cercanía. Gracias a los y las trabajadoras de Edelvives por su implicación en la recogida de materiales.
Cuando la gente nos pregunta qué es lo que más echamos de menos, podríamos contestar: la ilusión del alumnado cada vez que entrábamos en su clase, sus ganas de aprender cosas nuevas; la felicidad de saber que estás en el lugar y momento en el que tienes que estar y vivirlo plenamente. En definitiva, echamos de menos quinientas cuarenta y seis sonrisas que han hecho de esta una experiencia única, múltiple e inolvidable.
Grupo voluntariado SED – Edelvives 2018