Soy un voluntario que este año ha participado por segunda vez en el campo de trabajo y misión de Ghana y la verdad es que cada año estoy más satisfecho con la experiencia.
Nuestro trabajo allí está dividido en dos partes bien diferenciadas: las dos primeras semanas trabajamos en los colegios maristas de Buokrom y Sabin y las dos últimas colaboramos con las Hijas de la Caridad en el proyecto ‘Street Children Project’ y en un crèche (una guardería) que también regentan.
En los colegios hacemos actividades con los niños y niñas y con el profesorado (este año hemos hecho una introducción al aprendizaje cooperativo) y, tanto unos como otros han acabado muy contentos. Nosotros, como no podía ser de otra manera, hemos disfrutado más aún si cabe al ver cómo los pequeños se divierten con cualquier actividad, por sencilla que sea, y por el interés con que se han tomado algunos profesores la formación.
‘Street Children Project’ es el proyecto más duro, pero a la vez el más bonito para mí. Allí puedes mirar más allá del uniforme del colegio, que a veces no te permite apreciar las verdaderas condiciones en las que viven muchos niñas en Kumasi. Estas chicas, conocidas como chicas de la calle porque allí es donde viven, trabajan de sol a sol porteando pesados productos encima de sus cabezas para ganar apenas unos pocos ghana cedis, la moneda local, que les permitan subsistir y mantener la ilusión por seguir estudiando en un futuro. Solo con estar allí unas horas con ellas te das cuenta que no tienes ningún derecho a quejarte en tu vida.
A pesar de lo difícil que es atajar este problema por la cantidad de nuevas niñas que llegan diariamente a Kumasi, las Hijas de la Caridad nos han mostrado un atisbo de esperanza permitiéndonos visitar el Vocational Training Centre, un lugar donde se les enseña algunos conocimientos que deberían haber aprendido en la escuela además de una profesión con la que valerse y que las aleje de la calle. Cuando fuimos a visitarlas había alrededor de 25 niñas aprendiendo a ser costureras.
También asistimos al créche, una guardería para niños de familias humildes que inicialmente nació para escolarizar a los hijos de las chicas de la calle. Allí empezamos a colaborar el año pasado cuando apenas llevaban 4 meses abiertos y les mostramos la manera en que se trabaja en España, porque eso fue lo que nos demandaron. Este año nos hemos llevado una gran sorpresa al ver que lo que se plantó el año pasado había dado sus frutos, por lo que continuamos con la ‘siembra’.
Este año me traigo mucho de África, pero más allá de maletas o recuerdos, quisiera reseñar la importancia del grupo, del trabajo en común y del pensar primero en el otro, pues esto es lo que he vivido con los 6 compañeros con los he tenido la suerte de compartir la experiencia, que no hubiera sido tan rica sin ellos.
Y, como dice un amigo mío, ha acabado la primera parte, pero el verdadero campo de trabajo empieza ahora aquí en nuestra ciudad… No podemos quedarnos para nosotros lo que hemos vivido allí, hay que compartirlo.
Voluntario de SED en Ghana