Nos encontramos en el corazón de Kenia, exactamente en la comunidad de Orore a orillas del lago Victoria, viviendo una experiencia única y transformadora como voluntarios de SED.
Desde que llegamos, fuimos recibidos con los brazos abiertos por cada uno de los miembros de la comunidad de acogida (Peer Support Self Help Group and Orore Youth Sports Development) y la comunidad local. Cada día aquí es una aventura llena de aprendizajes, sonrisas y momentos inolvidables.
Nuestro principal objetivo es apoyar de manera lúdica en los colegios donde SED tiene proyectos activos a través de juegos y manualidades. Ver cómo sus ojos se iluminan y su ilusión aumenta con nuestra llegada a los colegios, es una recompensa que no tiene precio. Empezamos con los más pequeños -educación infantil- hasta los grupos más mayores de primaria, además de realizar talleres con grupos de adolescentes para enseñar habilidades importantes como el trabajo en equipo, la resolución de problemas y la creatividad.
Pero nuestra labor no termina en las escuelas. Nos esforzamos por estar presentes en la comunidad, creando lazos fuertes con la gente del pueblo: pasando tiempo con ellos, jugando con los niños, visitando sus casas e incluso aprendiendo su lengua local (Luo).
Cada día, después de las actividades escolares, pasamos tiempo en el lugar donde vivimos, un espacio que se ha convertido en un punto de encuentro para los niños y sus familias. Aquí, compartimos historias, risas y momentos de pura alegría que nos recuerdan la importancia de la solidaridad y el apoyo mutuo. Nuestra labor se refleja en los pequeños momentos: un caluroso saludo cuando se cruzan con nosotros, un niño que nos muestra orgullosamente su dibujo, una sonrisa después de un juego bien jugado, un agradecimiento sincero de un padre. Estos son los momentos que hacen que todo valga la pena.
Este viaje no solo está siendo una oportunidad para ayudar a otros, sino también para crecer personalmente. Nuestra presencia en Orore nos ha permitido ver de cerca las realidades y desafíos que enfrenta esta comunidad. Nos hemos integrado en su vida diaria, aprendiendo sobre su cultura y tradiciones, y nos hemos convertido en parte de esta gran familia. Cada sonrisa y cada abrazo que recibimos son una muestra del impacto positivo que nuestra presencia tiene aquí.
Esta experiencia nos está enseñando mucho sobre la generosidad y el poder de la comunidad. Nos sentimos agradecidos por la oportunidad de contribuir a un cambio positivo, y estamos convencidos de que estas vivencias nos acompañarán para siempre, transformándonos en mejores personas y ciudadanos del mundo.
EROKAMANO AHINYA 🙂
Oriti,
Emilio y Ana