En Cobán me enamoré

“La canción no es así, en realidad dice: En Cobán yo disfruté”, corregí a Ibon y Silvia mientras facturábamos en Barajas. Ya la habían cantado en las formaciones previas de SED y, días antes de volar a Guatemala, traté de aprenderme la letra escrita por Domingo Bethancourt. 

Por aquel entonces, poco sabía yo de lo que me esperaba en las próximas semanas…

Hoy, en el trayecto de vuelta a España, entiendo la confusión en la letra porque todos los que vamos a esa maravillosa tierra en Alta Verapaz, volvemos con el corazón lleno, más brillante y más limpio. Son muchos los motivos para que algo de la vida de este enclave se cuele en nuestras venas:

Las Hermanas
Convivir con las Hermanas Carmelitas de la Enseñanza Misioneras -Uti, Caty, Savina y Altagracia- ha sido lo más revelador de esta experiencia. Participar en el Campo de Trabajo de Cobán conlleva, no solo ser parte de la escuela Futuro Vivo, sino también compartir cada vivencia con ellas, en su casa: desde hacer la compra y cocinar, a orar y visitar a las vecinas del barrio de La Esperanza (por cierto, declarada zona roja por peligrosidad). 
 
A pesar de la crudeza de las realidades del entono, con ellas cada día es alegría, entusiasmo y color. Viven de forma sencilla y exprimen cada recurso o alimento solidariamente, con dignidad y encanto. Recuerdo como en el día a día, lo primero que hacíamos al volver a la casa era abrir el grifo; si la hermana Caty gritaba ¡hay agua! era motivo de celebración porque podríamos poner lavadoras, tirar de la cadena o fregar con normalidad… aunque muchos días ese grito no se daba y tocaba acumular ropa, utilizar un cubo en el baño o fregar con el agua de lluvia recogida en bidones.
 
Las cuatro -una española y tres dominicanas- son mujeres valientes, con una misión firme y no pocas dificultades ni detractores. Quizás por eso de ser Hermanas “de la Enseñanza”, con cada gesto comparten importantes lecciones que no pasan inadvertidas ante nosotros, como el perdón, la compasión y la superación. Ha sido maravilloso ver el mundo desde su perspectiva y celebrar el orgullo Carmelita.
Los niños
Gracias al trabajo de las Hermanas, el concepto de infancia en Cobán comienza a verse como esos años de protección, felicidad y juego habituales para nosotros. Aunque la mayoría trabaja en el campo, tras la escuela y hasta el anochecer, ya comienzan a identificar sus sueños y la importancia de la formación. Son pequeños entrañables, cariñosos y sorprendentemente silenciosos en los que la rudeza de sus manos y los piques en los dientes, delatan una vida difícil.
 
También es de valorar la confianza de sus familias, que en un entorno tradicional de café y madera permiten a sus hijos asistir a las clases diarias -aunque en muchos casos, llegados a cierta edad, les dan de baja condenándoles a la vida de sus ancestros-.
 
Cuando conocí el proyecto, en el que los niños estudian, desayunan y comen a cambio de 4 horas mensuales de trabajo de los padres, pensé que eludir la desnutrición era el principal motivo que favorecía la asistencia de los menores, pero desde Futuro Vivo aseguran que la enseñanza de idioma español es lo más valorado por las familias. En esto se ve que algo importante está cambiando en Cobán.
El equipo de Futuro Vivo
El equipo de la escuela Futuro Vivo es maravilloso… los docentes y el resto de profesionales del centro son el mejor ejemplo para los alumnos. Algunos de ellos son indígenas y viven en comunidades; es precioso ver cómo la tradición y el idioma q’eqchí’ conviven con las asignaturas y valores que estudian los niños del resto del mundo.
 
Cada mañana, acuden a la escuela en la Pick up de las Hermanas y antes de las clases se reúnen para la oración y compartir temas importantes en el centro. Después desayunan los frijoles elaborados por la cocinera Carmela y algunas madres, y se dirigen a sus salones/aulas. 
 
Son personas buenas y preparadas que valoran el importante trabajo de la institución. Las Hermanas, conscientes de la importancia de conocer el mundo, organizan viajes para ellos -el año pasado estuvieron en Colombia y este año irán a República Dominicana- casi ninguno había salido antes de Guatemala y muy pocos habían visto el mar.
La canción de Cobán habla de quetzal y la monja blanca (flor nacional), del clima y del verdor de esta tierra fabulosa; por eso utiliza el verbo “disfrutar”. Si su autor conociera la vida que está brotando en sus suelos, gracias a Futuro Vivo y las Hermanas, probablemente, comenzaría hablando de amor.
 

Diana Victoriano Izquierdo | Voluntaria CTM Cobán, Guatemala

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