Parece que fue ayer cuando llegamos a nuestra casa de Korhogo y Koni, «chez de nous famille africana» y ya se nos está casi acabando.
Hemos compartido estos días del mes de julio con todo el corazón pleno del Amor que Dios nos pone a cada uno cuando tomamos la opción de seguir su camino, pero por el camino de tierra roja que nos brindan nuestros hermanos africanos.
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Ahora queda vivir otra semana en Koni, de ayuda en mejorar el dispensario de las hermanitas de la Anunciación y colonia con los niños del poblado. Aquí llevamos todos estos días, Agu (nuestro ingeniero y artista), Maria y yo. Atendiendo en el dispensario a todos «les malades»y pintando las instalaciones.
Recibiendo y dando VIDA, de todas estas gentes que nos acogen cada año con los brazos abiertos.
Última semana en Koni, todo el grupo junto. Esto nos hará más fuertes y mejores.
Los» pies rojos» y el corazón ardiente.
Dori. Voluntaria de SED en Costa de Marfil