Es domingo, son las seis de la mañana y los rayos de sol se reflejan en el escritorio del mismo modo en que lo hacen los nervios en mi tripa. Ese leve cosquilleo me transporta a aquellos sábados de infancia en los que, desde la cama, siempre metía la canasta decisiva; nada importaba que horas después el desenlace del partido fuese bien diferente…
Esbozo una sonrisa en memoria de aquel mágico recuerdo y comienzo el día.
A las siete comienza la Eucaristía en la iglesia de ManhiÇa (Mozambique). El Evangelio de hoy nos habla de la necesidad y la urgencia de pescadores que lo dejen todo y se conviertan en pescadores de hombres y nos invita a responder a la llamada con un “Heme aquí Señor…” Durante la homilía, el hermano Torcato, que hace las veces de padre, me llama al altar para presentarme a la Comunidad y ante una Iglesia abarrotada lanza la pregunta: “ Y tú, ¿Por qué has respondido a la llamada?
Hago mío el símbolo Marista, y un miembro de la Comunidad tiñe las tres violetas de lengua Ronga para facilitar la comprensión de los presentes:
• Mi primera violeta es la Familia: Me considero muy afortunado por haber crecido en una familia como la mía. A día de hoy, puedo decir también que tengo una segunda familia, la Familia Marista. Ambas son motivo fundamental de que hoy esté aquí con vosotros.
• Mi segunda violeta es la Gratitud: siento que es momento de compartir todo aquello que he recibido. Ha sido tanto… que sólo puedo dar gracias y mostrarme disponible.
• Mi tercera violeta es el Amor: descubrirme en cada encuentro con el próximo. O amor é o tempo inteiro consumíndose no instante…
Solo han pasado siete días desde mi llegada a Mozambique pero al finalizar la celebración siento que todo va cobrando sentido…
Y tú, ¿cuáles son tus tres violetas?
Borja Bobillo, voluntario de larga duración en Mozambique