Mirar a través de otros ojos y abrir el corazón

Este verano inicié por segundo año una experiencia de voluntariado misionero, a través de la ONGD SED Solidaridad Educación y Desarrollo en una pequeña ciudad situada al oriente de Bolivia: Roboré.

Muchas veces me he cuestionado si hay muchas cosas que podemos transformar en el día a día de nuestro entorno más próximo, comenzando por nosotros mismos y por nuestras comunidades, y que tiene que ver con cambios en el estilo de vida y de mirar a través de otros ojos.

Durante un año, te preparas para lo que supone un encuentro con el otro y con uno mismo a la vez. Donde con mucho cariño programamos junto a un grupo de voluntarios/as las actividades para realizar con los niños/as, con madres, profesores y con lo cotidiano de tres pequeñas comunidades campesinas (Limones, San Pedro y Los Sotos).

Este tiempo de encuentro me ha permitido no solo reconocer y reconocerme, sino descubrir la relación que nos une, su dignidad. Descubrir el camino de la sencillez, la alegría y la libertad. Hemos pasado miles de horas de talleres, formación, encuentro, risas, etc., pero sobre todo hemos sido capaces de seguir tejiendo esa red que da sentido a nuestra forma de vivir, producir y consumir.

No voy a poder olvidar los miles de abrazos de esos niños/as que camina varios kilómetros al día para llegar a la escuelita, de esas madres trabajadoras y luchadoras que sueñan un mundo más justo y humano y de todas esas familias con las que hemos compartido la mesa y el pan.

Imagen22Uno de los elementos más significativos en todo este tiempo ha sido la espiritualidad profunda, el diálogo con la realidad y con las comunidades de Bolivia (Los Sotos, San Pedro y Limones). Espiritualidad acompañada por los Hermanos Maristas de Roboré, que llevan más de 50 años transitando esos caminos de tierra, por donde apenas camina nadie.  Una espiritualidad de ojos abiertos, encarnada y esperanzada, en diálogo, escucha y con el camino de fe tantas comunidades en clave de Derechos Humanos, formación, acompañamiento pastoral, educación…

Es necesario seguir dando voz a estos pueblos que nos alertan e interpelan, donde hay un modelo que genera ganadores y perdedores, porque los perdedores no tienen lugar, son descartados sin derecho a nada.

El trabajo que nos queda por delante es largo y profundo, es momento de transformar y transformarnos, de abandonar gradualmente nuestro individualismo material, para pasar a construir una sociedad más justa global y solidaria y es tiempo de abrir el corazón.

José Ortiz, voluntario de SED en Bolivia

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