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“Ser hogar para otras personas, estén como estén y vengan como vengan”
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Orore, primeras sensaciones
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¡Buenos días Hermanitos!
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Campo de trabajo en Comarapa, Bolivia
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Os presento: Serendipia, Talit. Talit, Serendipia.

“Ser hogar para otras personas, estén como estén y vengan como vengan”

Durante este tiempo me ha acompañado un libro titulado “Los Santos del Lunes” (….). Hay dos fragmentos que sin duda guían lo que voy a escribir ahora:

“Ser Santo no es un privilegio, pertenece desde el principio a mi misión”

 

“Hay que pasar del voluntarismo – ganar la santidad por mis esfuerzos- a la experiencia de la vida que Dios nos ofrece como don”

El Padre siempre tiene planes preparados para nosotros y en esto nunca hay excepciones. Estas siete semanas han estado cargadas de reencuentros y de otros nuevos, de acompañar y de sentirme acompañado, de estar lleno de energía y de sentir la necesidad del descanso, de sentirme fuerte y también muy débil.

Pero al final, en medio de todo lo que ha ocurrido en estas semanas, sigue reinando en el centro la vocación que Dios me da a ESTAR y, cuando eso está claro, lo único que viene al día a día es tranquilidad y paz ante todo lo que va pasando.

Dios me regala el don de estar con las personas del grupo que este año han decidido dejar muchas situaciones diversas para venir a Bolivia. Estar aquí me hace sentirme débil en muchos sentidos y reconocer que solo con los otros tiene sentido estar aquí.

Dios me regala el don de estar juntos a los Hermanos de distintas comunidades de Bolivia que nos lo ofrecen absolutamente todo para que nos sintamos en casa. Y eso de sentirse en casa no es que de verdad nos sintamos en la confianza de poder ser nosotros mismos, estemos como estemos. Eso, que lo hacen tan sencillo, es uno de los aprendizajes que me llevo de aquí. Ser hogar para otras personas, estén como estén y vengan como vengan.

Dios me regala el don de estar junto a los chicos y chicas del internado con los que tanto viví el año pasado y me enseña que compartir vida en el día a día es lo que crea las relaciones más profundas y emocionantes en la vida de cada uno.

Dios me regala el don de estar con las personas de las comunidades campesinas. Y desde esa humildad de no venir a cambiar sus vidas, sino a que nos la transformemos mutuamente, Jesús me regala encuentros, asombro por sus vidas, incomprensión y a la vez proyectos nuevos, … ESTAR junto a estas personas enseña que las dificultades o no tener la vida que uno “desea” no tienen por qué ir de la mano con la queja, que se pueden vivir como vida entregada para otros.

Muchas veces he podido pensar que en mi día a día puedo buscar la felicidad porque tengo un “buen contexto” para conseguirlo. Pero no, la felicidad se consigue junto al otro, siempre. Y las personas que Dios pone aquí en mi vida me enseñan esto una vez más. No se trata de avanzar por avanzar, mejorar por mejorar o de conseguir por comodidad o por poder. Se trata de avanzar para el otro (para un hijo con más oportunidades), de conseguir algo más de comodidad para el otro (para una comunidad con agua), de renunciar a un plato de comida por el otro (porque le toca seguir trabajando un rato más).

De todo esto, y envolviendo a todo lo demás, Dios me regala el don de estar junto a Él, todo el tiempo, en todas partes, sintiendo el tiempo de oración personal y comunitario como un momento más profundo con Él, de encontrarme después de haber estado viéndole en cada situación del día.

No he venido aquí a ser Santo por mis esfuerzos, parece que he venido a disfrutar de la misión que Jesús me ha regalado. Y también me he encontrado con muchos que lo asumen como parte de sus vidas. Santos para sus hijos, santos para sus padres, santos para su comunidad, santos para los demás.

 

 Voluntario grupo ‘Proyecto Bolivia’ | CTM Comarapa

Orore, primeras sensaciones

Primer año de voluntariado para algunos, otros que repiten, pero la misma experiencia para todos. Algo increíble.

 

Al llegar nos recogió Evans, nuestro guía y acompañante aquí, en la aventura por Kenia. Una persona que nos ha ayudado desde el primer momento a sentirnos cómodos, a instalarnos y a conocer a la gente con la que estaremos en contacto durante esta experiencia.

 

Kenia es un país precioso, con una cultura espectacular, y cuanto más hablamos con la gente del pueblo en el que estamos (Orore) más nos apasiona.

Al participar en un proyecto tan grande como este, tenemos la suerte de poder hacer infinidad de cosas por lo que cada día es diferente. A lo largo de esta semana, hemos tenido la oportunidad de hacer varios talleres:

  • Visitas a distintos colegios, en los que hemos hecho distintos talleres, manualidades y juegos.
  • Talleres digitales entre los jóvenes y adultos de Orore.
  • Un taller con padres y madres para identificar los obstáculos que impiden el desarrollo de los niños y jóvenes de Kenia

Además de esos talleres, también hemos tenido la oportunidad de crear algunas actividades de ocio y tiempo libre para los jóvenes: Una competición de fútbol, voleibol y netball entre diferentes colegios de la zona y una sesión de cine para los más pequeños.

 

Todos los días son muy intensos, pero gratificantes. Y tenemos la suerte de tener las mejores vistas frente al lago Victoria, por lo que gozamos de unos atardeceres únicos.

Rut, Garazi, Edu | Voluntarios/as Kenia

¡Buenos días Hermanitos!

“Buenos días Hermanitos”, así es como todos los días nos reciben cada uno de los 27 chavales (15 chicos y 12 chicas) de la ‘Casa Montagne’ en Comarapa.

Hace ya casi dos meses que el Hno. Alberto y un servidor, Jesús “Titi”, miembros del Colegio San Juan Bautista de Denia, nos embarcamos en esta  grata experiencia de realizar un voluntariado de cooperación educativa, formativa, deportiva y de pastoral. Hemos hecho muchas cosas, pero no se trata del hacer sino del por qué las hacemos, cuál es su sentido y a quién llega.

Amén de los primeros días y de que aún estamos gestionando lo administrativo, aquí y ahorita, como dicen ellos: “todo va con muchísima tranquilidad y paciencia”; desde que llegamos a tierras bolivianas y primeramente en el colegio de Santa de Cruz, ya nos pidieron ayuda y que dejáramos nuestra impronta, realizando para los alumnos más pequeños dos juegos de rayuelas.

Ahora ya en nuestro destino, Comarapa, nuestra función principal es el trabajo diario de ayuda en las materias de clases, educar en valores y organización y en las normativas de los chicos y chicas de la casa o como le llaman ellos: “El Internado”. Si uno quiere, nunca deja de crecer y nosotros sentimos cada día que crecemos con la labor que estamos realizando aquí. Nos sentimos muy afortunados de poder educar y aportar nuestro granito de arena para que consigan sacar lo mejor de ellos/as en el día a día y sobre todo de cara al futuro.

Un día normal de trabajo se distribuye de la siguiente manera:

A las 6.20h nos levantamos y ya hay designados alumnos encargados de realizar las labores de orden y limpieza matutina de la Casa así como de preparar el desayuno. Los demás se levantan sobre las 7.00, arreglan habitaciones, desayunan y a las 7.45h salen para el colegio.

Mientras que el alumnado está en clase, nosotros dedicamos la mañana a trabajar adecentando la Casa (arreglos, pinturas, decoración…), realizando formaciones para catequistas y profesorado, ayudando en la Pastoral del colegio, participando en reuniones del claustro y preparando otras actividades que nos encomienden, como por ejemplo, deportivas y entrenos.

Están en clase hasta las 12.20h que paran para comer, descansan hasta las 14.00h de la tarde y a partir de esa hora, nos ponemos a realizar las tareas, trabajos y estudio de las diferentes materias hasta las 16.00h.

Desde las 16.00h hasta las 18.00h y también por grupos de trabajo ya establecidos, vamos a los “talleres” de cocina/comedor, donde se realiza el servicio de atención a los demás alumnos del colegio que van a clases por la tarde, así como las labores que encomiendan las tres cocineras: Daysi, Neme y Lenny. Un lujo el poder compartir con ellas estos momentos diarios. En estas profesionales se ven los valores maristas de sencillez, modestia, humildad, servicio, cariño y educación que inculcan con sus actos a todos los chicos y chicas de la Casa Montagne.

Tras esa actividad, cenan a las 18.20h. Hay alumnos que tienen clases por la tarde, otros hacen alguna actividad deportiva de la que también estamos formando parte, entrenándolos a baloncesto y fútbol sala. Los restantes, a partir de las 19.00h y hasta las 21.30h siguen realizando las tareas y actividades que le hayan mandado desde el colegio.

Finalmente, entre las 21.30h y 22.30h todos nos vamos a descansar. Hay días en los que también, y coincidiendo con alguna fecha señalada particular o colectivamente, se preparan dinámicas, juegos divertidos, desfiles, celebramos cumpleaños, vamos al río a bañarnos, hacemos excursiones (a la Laguna Verde…), organizamos partidillos de fútbol sala y baloncesto o tenemos sesiones de cine.

Los chicos y chicas de la Casa Montagne pertenecen a familias muy humildes, trabajadoras, que se ubican en la montaña, en lo que se conocen como Comunidades Campesinas. Cada 15 días van a sus casas en las que ayudan en todas las labores agrícolas y ganaderas a sus familias. Son gentes que dan lo que tienen, muy agradecidos con la labor que hacemos y con continuos detalles para todos los que conformamos la Casa.

Desde el primer día que llegamos, vimos en estos jóvenes sus ganas de agradar, aprender, su cariño y aprecio hacia nosotros. La inocencia, desde los más pequeños a los más mayores (las edades van comprendidas entre los 10 y los 17 años), su timidez, sus caras de sorpresa y gratitud cada vez que se le obsequia con algo… por poca cosa que sea. Su vergüenza, su complicidad y confianza, entre ellos y con nosotros, su empatía, ganas de vivir, el brillo y alegría en sus ojos, su hospitalidad y su sentimiento de unión y familia, haciéndonos partícipes SIEMPRE de todo. Es una verdadera gozada el trato que nos dan, algo que nos ha motivado más si cabe para corresponder de la misma manera.

Vaya por delante también nuestro agradecimiento por tener la posibilidad de crecer con todos los chicos y chicas de la Casa Montagne, comunidades educativas de los colegios de Santa Cruz y Comarapa, Comunidades de Hermanos, tiempos de comunidad y oración compartida. Especialmente a los responsables de la Casa Montagne, Rosmery y Pancho, por la gran labor la que realizan, a la ONGD SED, Proyecto Bolivia y todos los estamentos (Centros/Dirección, administraciones y RR.HH.) que, desde España hasta aquí, han hecho posible que podamos disfrutar de esta experiencia.

Sin ningún tipo de duda, y como docentes Maristas que somos, creemos que algo así se debería realizar, en la medida de lo posible y en cualquiera de los proyectos Maristas que tenemos distribuidos por todo el mundo, al menos una vez en la vida.

¡Nos vemos dentro de 5 meses!

Abrazos, besos y saludos

 

Hno. Alberto José Lázaro y Jesús Pantojo “Titi”

Campo de trabajo en Comarapa, Bolivia

En Bolivia, departamento de Santa Cruz en el municipio de Comarapa; se ha realizó con estudiantes de la promoción del Colegio Marista “Gabriel Rene Moreno”, la actividad denominada “campamento de trabajo”.

Esta iniciativa está animada por la Pastoral del Colegio en conjunto con los jóvenes de la promoción que se anotan voluntariamente a participar de dicha actividad. El campamento tuvo lugar desde el 30 de julio al 5 de agosto del año en curso, donde cuarenta y nueve estudiantes dedicaron su tiempo a servir junto a la comunidad de Capillas, lugar que se encuentra en la llamada zona alta de Comarapa, camino de Cochabamba.

En esta ocasión se ayudó a la comunidad realizando la limpieza de acequias, reforestando 1400 plantines de Acacio en un área protegida y limpieza de camino.

 

Esto trabajo servirá de gran apoyo para la comunidad ya que fue hecho de común acuerdo entre los lugareños y los estudiantes para trabajar en conjunto. De esta forma los estudiantes fueron aprendiendo lo que es el trabajo manual de mano de los comunarios.

También durante la experiencia este año, se contó con la presencia de cuatro voluntarios del Proyecto Bolivia: Hno. Alberto, Carlos, Irene, José Damián, que junto al equipo pastoral del colegio fueron animando a los jóvenes de la promoción a una mejor vivencia del Campo Trabajo.

Damos gracias a Dios por estos jóvenes que voluntariamente hacen este servicio con el único objetivo de ayudar al prójimo y servir a los demás.

 

Hno. Alberto José Lázaro | Voluntario de SED

 

Os presento: Serendipia, Talit. Talit, Serendipia.

Hoy me he despertado feliz, muy feliz, ¿y sabéis por qué? Porque he soñado con Talit. Es un lugar tan especial que cada vez que se me viene a la mente se me dibuja una sonrisa en la cara.

He soñado que volvía allí, a sentir el calor, a comer mangos, a intentar descifrar qué quiere decir cada una de las personas con las que me voy cruzando, a beberme todos los tés que te ofrecen en las casas… A, literalmente, temer por mi vida cada vez que voy por la carretera, a las misas en inglés y bengalí que hasta acabé “entendiendo”, a los ventiladores constantes, a las vacas y cabras en medio de cualquier lugar… Pero, sobre todo, soñé que volvía a convivir con las personas de Talit, con nombres y apellidos. Por eso, me he levantado tan contenta, porque de verdad me he creído que estaba allí.

A principios de este curso, pusimos a la venta unas sudaderas con el fin de recaudar dinero para el Hostel. Cuando pensábamos qué diseño podíamos ponerle, se nos vinieron a la cabeza múltiples ideas, pero nos quedamos con la más sencilla, la que resumía lo que para nosotras significa Talit. Decidimos estampar la palabra “SERENDIPIA” junto con su definición: “Hallazgo valioso que se produce de manera accidental o casual”. Para cada uno de nosotros, puede significar cosas distintas. Para Fleming, el descubrimiento de la penicilina; para Cristóbal Colón, el descubrimiento de un nuevo continente; el descubrimiento de las patatas chips para George Crum; y para mí, Talit. Como era de esperar, este verano no vamos a poder ir, así que espero seguir soñando con ese calor, tanto del que se te pega al cuerpo, como el que te ofrecen todas las personas que allí te cruzas.

Realmente, si me paro a pensar, lo que yo pude dejar allí es ínfimo comparado con lo que me llevé. Sinceramente, siento que mi mayor tarea está aquí. Mi mayor reto es conseguir canalizar todo lo que conocí, viví y sentí en Talit y ser capaz de transmitirlo aquí. Ninguno de nosotros vamos a salvar el mundo, pero qué importante es que haya personas que intenten conectar unas partes del mundo con otras, que conciencien sobre lo que hay en el lado contrario a nuestra comodidad. Y, gracias a Dios, cada vez me encuentro con más y más personas que lo intentan. Yo me he querido sumar a ellas a mi manera. Este año me quedo con las ganas de volver, pero me las reservo para el que viene, para descubrir nuevas personas, nuevas costumbres y qué ha cambiado allí, pues estoy segura de que serán muchas cosas.

Los niños del Hostel me demostraron que son tan felices allí, que se me encoge el corazón de pensar que llevan meses sin poder pisarlo. Jiji, uno de los Hermanos Maristas del Hostel, nos cuenta que cuando se pone en contacto con ellos para saber cómo están y qué necesitan, le preguntan que cuándo podrán volver, que tienen muchas ganas. Pero claro, este maldito virus golpea a unas partes del mundo más fuertemente que a otras y, de momento, no tienen fecha de vuelta. Me cuesta pensar en el Hostel sin los niños… ¡Qué grande se les tiene que hacer a los tres Hermanos Maristas que viven allí!

Es evidente que si SED actúa allí es porque se trata de una zona desfavorecida y con múltiples necesidades. Así que, os podéis imaginar qué está pasando ahora. Sí, están pasando aún más necesidad si cabe.

A veces me pongo a pensar en las cosas de las que me he quejado estos meses. Que si vaya tela que no puedo ir a tomarme una cerveza con mis amigos; que si qué calor da la mascarilla; que si qué lata las colas que hay en muchos sitios; que si me duele la cabeza de estar todo el día delante de una pantalla; que si me paso el día en chándal; que si tengo que hacer deporte yo sola porque no puedo ir al gimnasio; que si no puedo ir a devolver cosas que me compré justo antes del confinamiento; que si vaya lo que cuesta encontrar ahora una mesa en un bar; que si vaya calor que hace y no puedo ir a la playa a bañarme; que si no paro de abrir el frigorífico y la despensa y comer comida basura… En fin, problemas del primer mundo, ¿no?

Después, se me vienen a la mente tres caras que sitúo en Talit. Las de Jiji, Chema y Malangmei. ¡Vaya labor están haciendo con las familias de la zona! Debido al confinamiento, muchas no pueden ir a trabajar, y os podéis imaginar qué significa eso, teniendo en cuenta que viven al día. Pues bien, estos tres superhéroes comenzaron, tanto con dinero de su Comunidad, como, más tarde, con dinero de un proyecto de emergencia que SED les ha concedido, a repartir comida a las familias de la zona. Y esto, creedme, les está salvando la vida. Porque allí como, desgraciadamente, en otros muchos sitios del mundo, se enfrentan a dos pandemias: la del coronavirus y la de la pobreza, la cual llevan sufriendo mucho, pero que mucho tiempo.

Ahora, solo nos queda rezar, rezar mucho. Porque es evidente que todos, de una manera u otra, estamos sufriendo estos meses, pero no nos podemos olvidar de los que llevan sufriendo mucho tiempo antes que nosotros. Ojalá y todo lo que estamos viviendo nos haga unirnos un poquito más al resto del mundo y a los que sufren. Estoy segura de que eso hará que este mundo sea un poquito más humano.

 

Elena Garmón, voluntaria SED del CTM en Talit, India.

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