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“Ser hogar para otras personas, estén como estén y vengan como vengan”
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¡Buenos días Hermanitos!
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Semanas en Huertas
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Campo de trabajo en Comarapa, Bolivia
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Calor y polvo rojo en la Perla de Oriente
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Encuentro y escucha en Roboré
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Primera etapa en Comarapa
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La fuerza de soñar
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“Antes de venir a Bolivia, nunca imaginé que el verbo ‘estar’ pudiera tener tantos significados”

“Ser hogar para otras personas, estén como estén y vengan como vengan”

Durante este tiempo me ha acompañado un libro titulado “Los Santos del Lunes” (….). Hay dos fragmentos que sin duda guían lo que voy a escribir ahora:

“Ser Santo no es un privilegio, pertenece desde el principio a mi misión”

 

“Hay que pasar del voluntarismo – ganar la santidad por mis esfuerzos- a la experiencia de la vida que Dios nos ofrece como don”

El Padre siempre tiene planes preparados para nosotros y en esto nunca hay excepciones. Estas siete semanas han estado cargadas de reencuentros y de otros nuevos, de acompañar y de sentirme acompañado, de estar lleno de energía y de sentir la necesidad del descanso, de sentirme fuerte y también muy débil.

Pero al final, en medio de todo lo que ha ocurrido en estas semanas, sigue reinando en el centro la vocación que Dios me da a ESTAR y, cuando eso está claro, lo único que viene al día a día es tranquilidad y paz ante todo lo que va pasando.

Dios me regala el don de estar con las personas del grupo que este año han decidido dejar muchas situaciones diversas para venir a Bolivia. Estar aquí me hace sentirme débil en muchos sentidos y reconocer que solo con los otros tiene sentido estar aquí.

Dios me regala el don de estar juntos a los Hermanos de distintas comunidades de Bolivia que nos lo ofrecen absolutamente todo para que nos sintamos en casa. Y eso de sentirse en casa no es que de verdad nos sintamos en la confianza de poder ser nosotros mismos, estemos como estemos. Eso, que lo hacen tan sencillo, es uno de los aprendizajes que me llevo de aquí. Ser hogar para otras personas, estén como estén y vengan como vengan.

Dios me regala el don de estar junto a los chicos y chicas del internado con los que tanto viví el año pasado y me enseña que compartir vida en el día a día es lo que crea las relaciones más profundas y emocionantes en la vida de cada uno.

Dios me regala el don de estar con las personas de las comunidades campesinas. Y desde esa humildad de no venir a cambiar sus vidas, sino a que nos la transformemos mutuamente, Jesús me regala encuentros, asombro por sus vidas, incomprensión y a la vez proyectos nuevos, … ESTAR junto a estas personas enseña que las dificultades o no tener la vida que uno “desea” no tienen por qué ir de la mano con la queja, que se pueden vivir como vida entregada para otros.

Muchas veces he podido pensar que en mi día a día puedo buscar la felicidad porque tengo un “buen contexto” para conseguirlo. Pero no, la felicidad se consigue junto al otro, siempre. Y las personas que Dios pone aquí en mi vida me enseñan esto una vez más. No se trata de avanzar por avanzar, mejorar por mejorar o de conseguir por comodidad o por poder. Se trata de avanzar para el otro (para un hijo con más oportunidades), de conseguir algo más de comodidad para el otro (para una comunidad con agua), de renunciar a un plato de comida por el otro (porque le toca seguir trabajando un rato más).

De todo esto, y envolviendo a todo lo demás, Dios me regala el don de estar junto a Él, todo el tiempo, en todas partes, sintiendo el tiempo de oración personal y comunitario como un momento más profundo con Él, de encontrarme después de haber estado viéndole en cada situación del día.

No he venido aquí a ser Santo por mis esfuerzos, parece que he venido a disfrutar de la misión que Jesús me ha regalado. Y también me he encontrado con muchos que lo asumen como parte de sus vidas. Santos para sus hijos, santos para sus padres, santos para su comunidad, santos para los demás.

 

 Voluntario grupo ‘Proyecto Bolivia’ | CTM Comarapa

¡Buenos días Hermanitos!

“Buenos días Hermanitos”, así es como todos los días nos reciben cada uno de los 27 chavales (15 chicos y 12 chicas) de la ‘Casa Montagne’ en Comarapa.

Hace ya casi dos meses que el Hno. Alberto y un servidor, Jesús “Titi”, miembros del Colegio San Juan Bautista de Denia, nos embarcamos en esta  grata experiencia de realizar un voluntariado de cooperación educativa, formativa, deportiva y de pastoral. Hemos hecho muchas cosas, pero no se trata del hacer sino del por qué las hacemos, cuál es su sentido y a quién llega.

Amén de los primeros días y de que aún estamos gestionando lo administrativo, aquí y ahorita, como dicen ellos: “todo va con muchísima tranquilidad y paciencia”; desde que llegamos a tierras bolivianas y primeramente en el colegio de Santa de Cruz, ya nos pidieron ayuda y que dejáramos nuestra impronta, realizando para los alumnos más pequeños dos juegos de rayuelas.

Ahora ya en nuestro destino, Comarapa, nuestra función principal es el trabajo diario de ayuda en las materias de clases, educar en valores y organización y en las normativas de los chicos y chicas de la casa o como le llaman ellos: “El Internado”. Si uno quiere, nunca deja de crecer y nosotros sentimos cada día que crecemos con la labor que estamos realizando aquí. Nos sentimos muy afortunados de poder educar y aportar nuestro granito de arena para que consigan sacar lo mejor de ellos/as en el día a día y sobre todo de cara al futuro.

Un día normal de trabajo se distribuye de la siguiente manera:

A las 6.20h nos levantamos y ya hay designados alumnos encargados de realizar las labores de orden y limpieza matutina de la Casa así como de preparar el desayuno. Los demás se levantan sobre las 7.00, arreglan habitaciones, desayunan y a las 7.45h salen para el colegio.

Mientras que el alumnado está en clase, nosotros dedicamos la mañana a trabajar adecentando la Casa (arreglos, pinturas, decoración…), realizando formaciones para catequistas y profesorado, ayudando en la Pastoral del colegio, participando en reuniones del claustro y preparando otras actividades que nos encomienden, como por ejemplo, deportivas y entrenos.

Están en clase hasta las 12.20h que paran para comer, descansan hasta las 14.00h de la tarde y a partir de esa hora, nos ponemos a realizar las tareas, trabajos y estudio de las diferentes materias hasta las 16.00h.

Desde las 16.00h hasta las 18.00h y también por grupos de trabajo ya establecidos, vamos a los “talleres” de cocina/comedor, donde se realiza el servicio de atención a los demás alumnos del colegio que van a clases por la tarde, así como las labores que encomiendan las tres cocineras: Daysi, Neme y Lenny. Un lujo el poder compartir con ellas estos momentos diarios. En estas profesionales se ven los valores maristas de sencillez, modestia, humildad, servicio, cariño y educación que inculcan con sus actos a todos los chicos y chicas de la Casa Montagne.

Tras esa actividad, cenan a las 18.20h. Hay alumnos que tienen clases por la tarde, otros hacen alguna actividad deportiva de la que también estamos formando parte, entrenándolos a baloncesto y fútbol sala. Los restantes, a partir de las 19.00h y hasta las 21.30h siguen realizando las tareas y actividades que le hayan mandado desde el colegio.

Finalmente, entre las 21.30h y 22.30h todos nos vamos a descansar. Hay días en los que también, y coincidiendo con alguna fecha señalada particular o colectivamente, se preparan dinámicas, juegos divertidos, desfiles, celebramos cumpleaños, vamos al río a bañarnos, hacemos excursiones (a la Laguna Verde…), organizamos partidillos de fútbol sala y baloncesto o tenemos sesiones de cine.

Los chicos y chicas de la Casa Montagne pertenecen a familias muy humildes, trabajadoras, que se ubican en la montaña, en lo que se conocen como Comunidades Campesinas. Cada 15 días van a sus casas en las que ayudan en todas las labores agrícolas y ganaderas a sus familias. Son gentes que dan lo que tienen, muy agradecidos con la labor que hacemos y con continuos detalles para todos los que conformamos la Casa.

Desde el primer día que llegamos, vimos en estos jóvenes sus ganas de agradar, aprender, su cariño y aprecio hacia nosotros. La inocencia, desde los más pequeños a los más mayores (las edades van comprendidas entre los 10 y los 17 años), su timidez, sus caras de sorpresa y gratitud cada vez que se le obsequia con algo… por poca cosa que sea. Su vergüenza, su complicidad y confianza, entre ellos y con nosotros, su empatía, ganas de vivir, el brillo y alegría en sus ojos, su hospitalidad y su sentimiento de unión y familia, haciéndonos partícipes SIEMPRE de todo. Es una verdadera gozada el trato que nos dan, algo que nos ha motivado más si cabe para corresponder de la misma manera.

Vaya por delante también nuestro agradecimiento por tener la posibilidad de crecer con todos los chicos y chicas de la Casa Montagne, comunidades educativas de los colegios de Santa Cruz y Comarapa, Comunidades de Hermanos, tiempos de comunidad y oración compartida. Especialmente a los responsables de la Casa Montagne, Rosmery y Pancho, por la gran labor la que realizan, a la ONGD SED, Proyecto Bolivia y todos los estamentos (Centros/Dirección, administraciones y RR.HH.) que, desde España hasta aquí, han hecho posible que podamos disfrutar de esta experiencia.

Sin ningún tipo de duda, y como docentes Maristas que somos, creemos que algo así se debería realizar, en la medida de lo posible y en cualquiera de los proyectos Maristas que tenemos distribuidos por todo el mundo, al menos una vez en la vida.

¡Nos vemos dentro de 5 meses!

Abrazos, besos y saludos

 

Hno. Alberto José Lázaro y Jesús Pantojo “Titi”

Semanas en Huertas

Durante dos semanas hemos estado visitando a las familias de los alumnos del internado y a aquellas que han solicitado entrar. También hemos ido de allí a quebrada, han sido unas semanas en las que no hemos parado. Los niños de Huertas (Comarapa, Bolivia) no han podido ser más agradecidos y sus familias también. Hay días que se han ido a las 10 y pico de la noche y a las 7.45h los teníamos asomados a la ventana.

 

Días de dar y recibir aún más. No sentíamos que nos faltara de nada (aunque después la ducha se agradecía) y se acordaban mucho de las personas que habían pasado por allí, de cada anécdota, baile y comidas. La acogida fue inmensa y como escribíamos en el Instagram del grupo, nos llevamos el corazón lleno de nombres.

 

 

Irene Rubia | Voluntaria SED (Proyecto Bolivia)

Campo de trabajo en Comarapa, Bolivia

En Bolivia, departamento de Santa Cruz en el municipio de Comarapa; se ha realizó con estudiantes de la promoción del Colegio Marista “Gabriel Rene Moreno”, la actividad denominada “campamento de trabajo”.

Esta iniciativa está animada por la Pastoral del Colegio en conjunto con los jóvenes de la promoción que se anotan voluntariamente a participar de dicha actividad. El campamento tuvo lugar desde el 30 de julio al 5 de agosto del año en curso, donde cuarenta y nueve estudiantes dedicaron su tiempo a servir junto a la comunidad de Capillas, lugar que se encuentra en la llamada zona alta de Comarapa, camino de Cochabamba.

En esta ocasión se ayudó a la comunidad realizando la limpieza de acequias, reforestando 1400 plantines de Acacio en un área protegida y limpieza de camino.

 

Esto trabajo servirá de gran apoyo para la comunidad ya que fue hecho de común acuerdo entre los lugareños y los estudiantes para trabajar en conjunto. De esta forma los estudiantes fueron aprendiendo lo que es el trabajo manual de mano de los comunarios.

También durante la experiencia este año, se contó con la presencia de cuatro voluntarios del Proyecto Bolivia: Hno. Alberto, Carlos, Irene, José Damián, que junto al equipo pastoral del colegio fueron animando a los jóvenes de la promoción a una mejor vivencia del Campo Trabajo.

Damos gracias a Dios por estos jóvenes que voluntariamente hacen este servicio con el único objetivo de ayudar al prójimo y servir a los demás.

 

Hno. Alberto José Lázaro | Voluntario de SED

 

Calor y polvo rojo en la Perla de Oriente

Acabamos de llegar a Roboré después de dos años sin poder venir. La pandemia nos ha impedido estar pero no hemos olvidado nuestro compromiso con esta tierra y sus gentes.

El Hno. Goyo, Rocío y yo visitamos las comunidades campesinas de San Pedro, Limones y Los Sotos. Por fin de nuevo aquí. Abrazos, besos y apretones de manos. No nos esperaban y sus caras reflejan la sorpresa.

Es lunes, comienzan los roles. Empanadas de queso, masako, locro, chicha… los comunarios abren sus casas ofreciendo lo mejor que tienen: su corazón. Y así vemos como acá los valores quedan invertidos, verdadera riqueza por todas partes. Cariño, afecto, sonrisas… puro amor construido sobre la confianza y el compartir de ya 14 años en los que 58 atrevidos han acompañado a las familias indígenas de estas comunidades chiquitanas.

Y es que la misión no es más que esa, caminar y compartir al estilo de Jesús para ablandar un corazón que, por la rutina y la monotonía del día a día, a veces se despista de lo verdaderamente esencial: DIOS ES AMOR.

Un amor que vemos en sus miradas curiosas, en los abrazos de los niños y niñas, en las preguntas por los que no han podido venir, porque ellos tampoco olvidan. Son muchas las vivencias compartidas y el día es largo, la charla tranquila y el compartir agradecido.

Y van pasando los días, con las familias, con los peques, a la escucha de todo lo que sucede a nuestro alrededor porque la fe y la esperanza nos dicen que este pueblo despierta y lo hace con fuerza.

Javier Trigo | Voluntario de SED

Encuentro y escucha en Roboré

Ya hemos cumplido una semana en Roboré (Bolivia), en las comunidades campesinas de San Pedro, Limoncito y Los Sotos. Durante esta semana hemos contactado con muchas familias y con las autoridades. Ha sido un reencuentro inesperado para muchos de los amigos con los que allí contamos, pues no nos esperaban sabiendo de las dificultades y requisitos sanitarios necesitamos para poder viajar.

Ha sido una semana intensa de escucha, encuentro y comunicación, en la que hemos hablado de sus necesidades y de cómo han vivido los años de pandemia. En cada familia o comunidad lo han sobrellevado con diferentes circunstancias, algunas con sufrimiento e incertidumbre y otras con cierta normalidad.

Un aspecto que estamos dialogando es cómo seguir colaborando desde el grupo de voluntarios y desde SED con las necesidades de las comunidades campesinas. En los momentos de encuentro ya están apuntándonos algunas iniciativas que compartiremos con los hermanos maristas de Bolivia, con los técnicos y la dirección de SED y con el grupo de voluntariado. Los miembros del equipo que en estos momentos nos encontramos sobre el terreno (Rocío, Javier y yo) intentaremos formular  algún esquema para darle forma.

Estamos muy contentos y nos sentimos tremendamente satisfechos de la experiencia. Es duro caminar durante una jornada entera por los caminos polvorientos, de casa en casa, con el viento de cara y con el calor frecuentemente sofocante, pero el encuentro con nuestras familias en sus casas, compartir su comida hecha con el mayor cariño, su refresquito de limón o el cafelito, es algo que está lleno de significado y dulzura.

Los abrazos de los mayores y de los niños son muestras de cariño infinito, sincero y de la alegría del encuentro. Sentimos que Dios y nuestra Buena Madre nos han regalado esta oportunidad de compartir mucho más que el tiempo, pues en las conversaciones surgen sentimientos y situaciones que normalmente se comparten con alguien que te quiere y que desea saber del otro.

Sólo los voluntarios que han vivido esta experiencia pueden saber e imaginarse cuántas veces nos preguntan por cada uno de los voluntarios/as de años anteriores, por los detalles de cada uno como temas personales y familiares.

Nos queda una semana más para seguir disfrutando. Por otras vías os mandaremos una crónica más detallada con algunos detalles de las familiares y anécdotas vividas.

Saludos de los hermanos de la comunidad marista de Roboré, como siempre nos han ofrecido su casa y su afectuosa acogida.

 

Gregorio Bartolomé | Hno. Marista y voluntario de SED

Primera etapa en Comarapa

Javier y yo cumplimos la primera etapa en El Alto de La Paz. Nos ha ido de lujo en el trabajo de acompañamiento del proyecto de Huertas Familiares. Excelente acogida y sentimientos a flor de piel. En este lugar, para los que conocemos más el oriente boliviano, es otro país.

En el momento en que escribo estas palabras estamos en Comarapa, en la comunidad marista. Hemos visitado el colegio, una escuela de estudios superiores en agropecuaria con granja y huerta agropecuaria que funciona como centro de prácticas. Hemos conocido también todas estas instalaciones y las comunidades campesinas donde desde hace más de 30 años ha estado colaborando el grupo misionero marista “Proyecto Bolivia”. Algo genial.

 

Temperatura agradable, aunque mucho viento por las tardes. La tierra es de producción agrícola en los grades valles que la forman. Estamos bien, muy entretenidos pues también intentamos formar y animar a los responsables del lugar para que se pongan las pilas en la formulación de proyectos de cooperación para presentarlos a SED.

Comarapa está al oeste de Santa Cruz de la Sierra, a 244 km, centro de nuestras operaciones. Pero a 7 horas de autobús. Mañana nos volvemos a Santa Cruz. Esperaremos a una compañera (médico) de España y nos iremos a Roboré, lugar de nuestro campo de trabajo misionero.

Estamos bien, algo cansados de viajes por caminos, con polvo, pero muy felices.

Deseo que María nos acompañe.

 

Gregorio Bartolomé | Hno Marista y voluntario de SED

La fuerza de soñar

Un día, desayunando con mi mujer, me lanzó la idea de volver a Bolivia durante las vacaciones de verano. Hacía ya 18 años que había vuelto a España después de haber trabajado como Hermano allí durante 15 años. Aunque la COVID estaba empezando a remitir, aún era complicado plantearse un viaje fuera de España. En el horizonte estaban las vacunas pendientes, permisos, billetes de avión, pasaporte COVID, seguros…

Una vez embarcados en este proyecto, todos los inconvenientes se fueron despejando. Con el apoyo de SED se fueron solucionando las cuestiones logísticas y las vacunas fueron llegando a tiempo. Me ilusionaba mucho el reencuentro. Era como volver a mi segunda casa. Allí, en cierto modo, volví a nacer. Me esperaban amigos y compañeros. En Comarapa viví los 10 años más intensos de mi vida.

Una vez llegado a Bolivia, sentí la calidez de la gente con la que compartí hacía ya tantos años. Los caminos y paisajes me remitían continuamente a experiencias vividas, a rostros de personas concretas. Allí fuimos formando un grupo con ganas de soñar. Soñamos un internado para niños campesinos, una escuela de agronomía, un colegio comprometido con el cambio…

Fui testigo en su día del empoderamiento de la gente local. Edily se encargó del internado, Alberto tomó las riendas de la escuela de agronomía y Cristina se convirtió en la primera directora laica del colegio. Curiosamente, 22 años después, estas tres personas siguen liderando estos tres proyectos.

Mi escaso mes en Bolivia ha sido todo un gran regalo. No era cuestión de hacer, sino de estar. Ser presencia. Hacía año y medio que no había clases presenciales. En el internado “Casa Montagne”, necesitaban atención, casi a 30 internos e internas. Las clases online por las mañanas y los deberes por las tardes llenaban el día. Pude acompañarlos en una excursión a la Laguna Verde, un entorno natural privilegiado a unos 7 kilómetros del internado. También acompañé al Hermano Gregorio, en varias ocasiones, a la supervisión de las obras de construcción de una escuelita rural, en El Cadillar, Pulquina Arriba.

Sobre todo, he sido testigo privilegiado de como la educación cambia vidas. Sí, educar con calidad y con valores hace que las personas puedan tener una existencia mejor, más digna, en la que ellos son protagonistas. Aún estoy impresionado y sobrecogido. En Bolivia he oído historias de superación y cambio, y he tenido el privilegio de ver con mis propios ojos la fuerza de soñar y de creer en esos sueños.

 

José Antonio Camposo Díaz | Voluntario de SED

“Antes de venir a Bolivia, nunca imaginé que el verbo ‘estar’ pudiera tener tantos significados”

Un saludo con todo mi cariño y afecto para todingos y todingas que leéis esto. Ya ha pasado un mes desde que llegué a esta bendita tierra y el tiempo vuela como tucán entre tajibos, toborochis y paquiós.

Y es que la vida en Roboré y en las comunidades, por mucho que hablen del carácter calmado del camba, no cesa. Con el comienzo de curso, reuniones y actividades en el colegio, los días pasan muy rápido y casi sin darte cuenta de ello.

Todo sin olvidar el principal motivo por el que estoy aquí: ESTAR.

“Antes de venir a Bolivia, nunca imaginé que el verbo ‘estar’ pudiera tener tantos significados”

Estar significa acompañar a esa familia mientras tomas un café; estar también significa reír sin parar por bromas y comentarios que hacen los becados entre ellos y hacia mí; estar significa jugar con las niñas del Hogar de San Francisco al Twister o al Uno y disfrutar escuchándolas reír; también significa hablar con los hermanos durante largos periodos, escuchando historias que te han podido contar mil veces, pero sintiendo que son felices compartiendo contigo y notando como se para el tiempo a cada rato que pasamos juntos; pero lo más importante, estar significa compartir momentos, y sobre todo, compartir vida.

Visitas a las familias, a las que después de cinco años consideras parte de ti, esos “tíos”, “primos” o “abuelos” que estás tiempo sin ver porque viven fuera, pero que por mucho que pase el tiempo siguen así y a los que no nombro porque seguro que se me olvida alguno. Siempre tan agradecidas, con ese cariño que desborda por los cuatro costados y con tantos recuerdos de toda la gente que habéis estado por aquí.

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Los hermanos, qué decir de ellos. Además, contando este año con la suerte de tener un hermano más, por lo menos hasta julio. Esos hombres tan llenos de vida a pesar de la edad. Esos ejemplos de entrega desinteresada, reflejos de Dios en el mundo. Incansables cada uno dentro de lo suyo.

A Vidal, en la coordinación del colegio, no se le escapa una. Obras, reuniones, actos cívicos, siempre el primero en todo. Jesús, con sus paseos de hora u hora y media todos los días. Siempre después de haber dado los buenos días a todo el personal del colegio y habiendo regalado un caramelo, eso sí, solo a las profesoras. Además, de algún que otro día llevar la comunión a varios enfermos del pueblo. Sebastián, el nuevo hermano, apasionado y amante de la Chiquitanía y de su naturaleza. Paseando por el colegio, saludando a los chicos, cuidando el patio en sus momentos libres.

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Convivencias con los becados, con los profes y con pastoral (para empezar con fuerza la nueva gestión escolar). Juegos, gymkhanas, baños en los balnearios de Roboré, disfrutando momentos juntos y compartiendo tiempo y reflexiones que nos ayudarán a tener un fantástico año o, por lo menos, a poner todo nuestro empeño para que sea así.

Este año veinte becados, solo de quinto y sexto de secundaria. La educación en la unidad educativa de Limones va avanzando – en mayo o junio se estrenará el nuevo edificio – y cada vez hay menos becados. Pero el proyecto y la ayuda siguen, de otras formas y quizá con miras a buscar nuevos retos, pero seguimos al pie del cañón.

Con las niñas de San Francisco es disfrutar de la sencillez. Niñas que pasan solas tanto tiempo, son felices con tan poco, viendo una peli, haciendo una manualidad en goma eva o yendo a pasear al río. Y siempre con esa felicidad que les caracteriza y con ese “gracias” desde el corazón cada vez que nos vamos.

El trabajo en el colegio y en las comunidades es otro de los puntos fuertes. Cuando uno trabaja poniendo cariño en lo que hace, poniendo todo su entusiasmo para que salga todo lo mejor posible, cuando el trabajo es una vocación, las letras muchas veces cambian y se transforma de profesión a pasión. Apoyo escolar a los niños, acompañamiento a profesores y a chicos en el colegio y en la pastoral o apoyo psicopedagógico serán algunas de las funciones que con alegría y entusiasmo llevaré a cabo. Siempre teniendo presente la frase de Marcelino: “para educar a un niño (adolescente, adulto) hay que amarlo”.

Y todo esto es mi día a día. Un día a día que disfruto e intento vivir a tope exprimiendo cada segundo para que nada se quede sin vivir. Y así seguiremos hasta diciembre, cuando me toque volver a decir adiós. A todos los voluntarios de SED que tengáis inquietudes, aquí os espero. Estoy seguro, como me ha pasado a mí en otras ocasiones, que os enamoraréis de esta tierra y de su gente.

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Muchos saludos para todingos y todingas sintiéndome desde España muy querido y acompañado.

Luis Alberto | Voluntario de SED

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