TagSED

1
Agua y sonrisas de color en Panimaché
2
“Trabajo de 6 a 7 en el campo”
3
“Āmi tōmākē bhālabāsi”, un ‘te quiero’ en bengalí

Agua y sonrisas de color en Panimaché

Ayer teníamos la mañana reservada para ir a Panimaché Quinto Alto, uno de los 89 cantones de Chichicastenango (como se organizan las zonas en Guate). Allí en 2022 SED ayudó a construir una cisterna para poder abastecer de agua a las casas de este cantón y teníamos que ir a comprobar cómo funcionaba y cómo había cambiado/mejorado el proyecto la vida de esta población.

Los hermanos José Luis y José Antonio (Biri) se vinieron con nosotras.

Gaspar y Francisco nos estaban esperando en Panimaché. Son Presidente y Secretario del COCODE (Comités Comunitarios para el Desarrollo); máxima representación en la zona. Con un medio castellano (se notaba que hablan Quiché como lengua materna) estuvimos grabando el antes y el después del pozo.

Nos llevaron a la cisterna, que con un sistema mecánico, lleva el agua hasta lo alto de una colina y nos explicaron que abastece a los 421 habitantes del cantón.

Estaban agradecidos porque con esta agua podían tener agua en las casas para beber, cocinar y lavar los platos pero para lavar la ropa y hacer otros usos mayores aún tienen que seguir yendo al pozo al que iban antes porque la cisterna no es suficiente.

Eso supone cargar el agua más de una hora cada vez que lo necesitan (normalmente mujeres); así que desde el agradecimiento “porque lo que tenemos ya es mucho” seguían pidiendo poder hacer una ampliación para tener más cobertura.

Francisco nos invitó a entrar a su casa y su mujer nos enseñó la pila de agua, igual que otra señora. Un buen flash la diferencia de vida y necesidades…

Entre las cosas buenas que ha traído el agua al cantón es que ha permitido tener agua en la escuela, ¡¡¡y qué escuela!!! Las tremendas vistas al lago Atitlán y al verde intenso que lo rodea todo desde allí eran casi lo de menos teniendo en cuenta el colorido y la alegría que se respiraba en este sitio. Cuando llegamos todos los niños nos recibieron con un “bienvenidos a Panimaché”, a coro.

Era una escuelita bien colorida. No solo por las paredes de color sino, sobre todo, por las sonrisas fosforitas de esos niños.

Aunque estábamos a más de 2700 metros y nos habían avisado del frío, todo fueron abrazos bien calentitos. ¡Qué tendrán los niños de Panimaché!

Ángela y Raquel | Voluntarias SED Guatemala (Panimaché)

“Trabajo de 6 a 7 en el campo”

Edy Sebastián Chicoj Ixtán es un alumno del ITECK de Chichicastenango, tiene 16 años y estudia 5º de Mecánica. Vive en un cantón próximo a Chichi. En su familia son siete hermanos y el es el 5º. Su padre es vendedor y su madre trabaja haciendo telas.

Preguntado por qué eligió venir al ITCEK, contesta:

Elegí venir al ITEK porque quería estudiar mecánica. Desde niño me gustaba mucho armar y desarmar cosas y por eso quiero estudiar mecánica y en el ITECK, porque dan una formación muy avanzada. Lo que más me gusta de la carrera es las Matemáticas y la Física y Química, que me cuesta entenderla, pero me gusta mucho.

Ya tengo planes para cuando termine. Quiero trabajar para ayudar a mis padres, y quiero montar un taller de mecánica en Cobán con mis tíos porque allí hay mas demanda. Estoy al habla con ellos; ya tenemos un terrenito para el taller. En vacaciones iré con mi padre a vender para ayudar y tener uno dinerito.

La beca de SED es un gran apoyo para mí y un honor; es muy importante porque mis padres tienen pocos recursos para tantos hermanos. Como en el ITECK estamos estudiando en “dos burbujas” y días alternos, por el covid, los días que me toca no venir a clase yo ayudo a mi padre trabajando en el campo de 6 de la mañana a 7 de la tarde. Por eso la ayuda de SED es muy importante para mí y para mi familia. Es como tener un ánimo para salir adelante. No sé cómo expresar lo mucho que lo agradezco.

 

Es una gran satisfacción ver como estos jóvenes becados no se conforman con que les den y ellos mismos ponen su trabajo y su esfuerzo para ayudar a sus familias y salir adelante con sus sueños.

A lo mejor no saben expresar muy bien su gran agradecimiento a SED y las personas que les ayudan, pero con su esfuerzo por hacer rendir esa ayuda demuestran hasta dónde llega su: ¡MUCHAS GRACIAS!

No dejéis de escuchar el testimonio de Edy Sebastián

 

Antonio Tejedor | Voluntario de SED en Guatemala

“Āmi tōmākē bhālabāsi”, un ‘te quiero’ en bengalí

Soy Elena Garmón, voluntaria de SED en CTM India este verano 2019. আমি তোমাকে ভালবাসি, “Amí tomaké balobasí”. Así es como te dicen en Talit “te quiero”. Y lo sé porque desde que llegamos no paraban de repetirnos “te quiero mucho” en español. Así que, qué mínimo que lo aprendiera a decir en bengalí, su idioma.

Acogida, cariño, ganas, ilusión, hospitalidad, ayuda mutua, interés por conocer… todo eso y mucho más es lo que me he encontrado en esa pequeña parte de la India.

Llevaba mucho tiempo queriendo vivir una experiencia de Campo de Trabajo y, por fin, este verano he sentido que había llegado mi momento. La casualidad o la suerte me han llevado hasta Talit, una pequeña aldea de Bengala Occidental. Y allí, sin darme cuenta, me he enamorado. Enamorado de la vida que tienen, de las costumbres, de las personas, de las sonrisas y de la locura que es aquello. Enamorado de los cincuenta y pocos niños con los que hemos vivido, enamorado de los tres Hermanos Maristas que dedican su vida a convivir con ellos y enamorado de los tres aspirantes a Hermanos con los que hemos compartido nuestra experiencia y que, ahora, como valientes, se han ido a Filipinas a formarse para ser miembros esta congregación tan especial.

Acostumbrada a mi cultura del hacer, hacer y hacer, he descubierto lo importante del estar. Estar hablando, estar aprendiendo, estar enseñando, estar colaborando, estar compartiendo, estar acompañando, pero siempre ESTAR. Pararse en lo importante, en lo pequeño, en lo bonito, y dejar las prisas atrás en el momento en el que bajas del avión. Y qué bien se vive sin prisas, observando, dejándote interpelar por lo que ves, y sintiendo algo diferente todos y cada uno de los días que he pasado allí, porque ELLOS se encargan de hacértelo sentir.

Vivir un mes en la comunidad ha sido especial, muy especial. Una pequeña comunidad en la que no faltan las típicas situaciones que ocurren en todas las familias. Me he sentido en casa, ¡y qué casa! Solo puedo darle infinitas gracias a Dios por haberme llevado hasta allí y pedirle por todas y cada una de las personas con las que me he cruzado en Talit.

Allí me he encontrado verdad en cada uno de los niños con los que he compartido la convivencia. Verdad en su manera de disfrutar, verdad en sus “te quiero” y verdad en sus “anda, trae que te ayudo” (dicho en su idioma y que entiendes solo con mirarlos).

Echo de menos todo lo que se ha quedado allí. Los madrugones, las oraciones en comunidad, los caminos en bici, las tormentas casi diarias, el calor, la humedad, la comida picante, los viajes en toto, en furgoneta, en moto, en tren y en autobús. Las misas diarias, las canciones de los niños, los “buenos días”, las “buenas noches”, los charcos de barro, las vacas y cabras en mitad de la carretera, los constantes pitidos de los camiones y coches, andar descalza, los mangos, las papayas, el arroz… Pero sobre todo, echo de menos a las personas, a todas. Personas de las que he aprendido que me sobran millones de cosas, que tengo miles de comodidades y que, cuanto menos tienes, más estás dispuesto a dar. Y ojalá que haber vuelto a mi casa, con mis comodidades y mis lujos, no haga que me olvide de ello.

Hace poco leí que “si te hace feliz, aumenta la dosis”, y eso es lo que voy a tener que hacer, porque feliz me ha hecho, y mucho.

Elena Garmón, voluntaria SED en el CTM de Talit, India.

Copyright © 2014. Todos los derechos reservados. Desarrollo web: www.startidea.es